Nunca se me olvidará el impacto que me causó escuchar por primera vez la historia del marido de la peluquera.
El modo en el que Mathilde trató de hacer eterno el amor de su vida, el único momento feliz de una mujer fuerte a la que sentirse querida le pareció demasiado efímero.
No encuentro una versión mejor de esta historia que la que nos narran Bebe y Pedro Guerra.
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